Los seis primeros meses en un empleo son clave para saber si hay feeling entre la empresa y la persona contratada. Es el tiempo que se da de margen para que el ?nuevo? o la ?nueva? se
integren en el equipo de trabajo y empiecen a rodar. Superado ese período de prueba, el nivel de exigencia va a ser más alto que al principio.

Con los recién titulados el margen de los seis meses se puede alargar un poco, pero no mucho:
las empresas necesitan que sus profesionales rindan al máximo y cuanto antes mejor. ¿Sabes cómo actuar para aprovechar ese crédito de tiempo?

Los expertos en recursos humanos recomiendan ante todo escuchar y observar. Quien escucha activamente no se limita a oír sino que intenta interpretar los mensajes para saber lo que hay detrás de cada
uno de ellos. Eso le ayuda a captar los intereses de sus jefes y compañeros, saber lo que esperan de él, evitar errores y elegir la mejor forma de tratar con cada persona.

La escucha activa permitirá distinguir entre los trabajos que deben resolverse con urgencia y los que pueden esperar, ya que cada compañía tiene sus prioridades. También servirá para
descubrir a la personas «cómplices», aquellas con las que conectamos y que nos informarán de quién es quién en la empresa.

La puntualidad, la forma de vestir y de hablar, los temas de conversación, las jerarquías… son otros aspectos informales que marcan las normas a seguir: un listado de actitudes que
no están escritas en ninguna parte, pero es mejor conocer. Y otro buen consejo: ganarse a la gente, aunque evitando la falsedad, hay que ser uno mismo.

En el día a día todo el mundo estará dispuesto a ayudarnos, sobre todo si somos jóvenes y demostramos
que tenemos ganas de aprender. Un recién licenciado no supone una ?amenaza? para nadie:
no es probable que vaya a ocupar un puesto de responsabilidad, a no ser que haya cursado un master o un postgrado. En ese caso podría escalar posiciones en la empresa más rápido que otros empleados.

Para evitar recelos, lo mejor es que cada uno explique quién es y por qué se le ha contratado. Deberá hacerlo antes de que su imagen social se construya a partir de los rumores y las opiniones de las personas que son líderes de opinión en la empresa.

Tener un objetivo claro

Los profesionales que saben lo que quieren tienen más oportunidades de progresar que quienes se dejan llevar. Y esto también es válido para los que empiezan. Un objetivo básico para cualquier universitario en su primer empleo es aprender de la empresa.

Parece obvio, pero hay quien piensa que lo han fichado porque es un crack. Ninguna empresa espera que un recién titulado sea una estrella, le contrata por su potencial,
es decir, por lo que podrá llegar a hacer en el futuro. Al principio sólo va a observar qué juego da.

Por eso, un recién titulado no debería dárselas de listo, si quiere evitarse
problemas. Es mejor que demuestre lo que vale con hechos, que sea humilde e intente aprender de los demás, tanto temas técnicos como relaciones humanas.

Ésa es la mejor manera de ganarse el puesto, pero sin sumisión. Si no te gusta lo que haces o la empresa donde has ido a parar, debes cambiar de empleo. Eres joven, tienes muchas oportunidades.

Hacer balance

Seis meses son suficientes para tener claro si has acertado con tu puesto de trabajo y saber lo que puedes esperar en el futuro: cuánto te queda por aprender, si hay posibilidades de hacer carrera y de mejorar las condiciones laborales, etc.

Si decides marcharte espera un poco más, a no ser que tengas serios motivos para irte. Seis meses no significan nada en un currículum, un año te abrirá más puertas.

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