¿Trabajas más de 40 horas a la semana? Si es así, debes saber que realizas largas jornadas laborales. Al menos, así lo estima la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB), que en su último estudio analiza la repercusión que tiene en la salud el hecho de trabajar más de 40 horas. Y si algo queda claro es que no es bueno trabajar más de lo debido.

Ahora bien, las repercusiones en hombres y mujeres no son las mismas. En los primeros, realizar largas jornadas laborales sólo supone dormir menos de seis horas. Las mujeres, sin embargo, sufren síntomas ansioso-depresivos, hipertensión, insatisfacción laboral, tienden a fumar y a no hacer deporte en su tiempo libre, además de dormir poco.

Y si piensas que esta tendencia viene asociada al hecho de que las féminas son las que más tiempo dedican a las tareas domésticas, estás equivocado: según la ASPB, eso «no explica completamente esta situación».

¿Cómo solucionarlo? El estudio, que lleva por título ‘Perspectiva de género en el análisis de la relación entre largas jornadas laborales, salud y percepción del propio estado de salud’, recomienda fomentar «la aproximación de género a las repercusiones en la salud de las jornadas de más de 40 horas semanales». Y aconseja aplicarlo sobre todo en determinados ámbitos laborales, como el de la hostelería y la restauración, el del comercio y el de la limpieza en pequeñas empresas e industrias.

Las comparaciones son odiosas

No obstante, a pesar de que las mujeres son las que más notan los efectos negativos de las largas jornadas de trabajo, no siempre las protagonizan. Es más, según los datos de la ASPB, los hombres son los que las realizan con más frecuencia (un 30 por ciento, frente al 17,1 de las mujeres).

Las mujeres de clases más desfavorecidas y las divorciadas o separadas también forman parte del grupo de colectivos que realizan jornadas laborales de más de 40 horas, si bien con independencia de sus características socio-económicas y personales son las mujeres las que más horas a la semana dedican a labores domésticas (un 34,4 por ciento, frente al 9,2 de los hombres). Respecto a los hombres, precisamente los de nivel económico más alto son los que realizan las jornadas más largas.

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