Septiembre es el mes que anuncia el otoño, el fin de la manga corta y, además, el adiós a las vacaciones. Es, en definitiva, el momento que todo trabajador espera no alcanzar pero que siempre llega. Y, aunque no a todos afecta por igual, suele venir marcado por el síndrome postvacacional.

La satisfacción del empleado y el grado de cumplimiento de sus expectativas determinarán su nivel de adaptación al puesto que ocupa después de su periodo de descanso. El síndrome postvacacional afecta al 35 por ciento de los trabajadores de entre 20 y 40 años.

Pero, ¿cómo sabemos que estamos ante un síndrome postvacacional? Ignacio Ferrando, director de Programas Médicos de Sanitas, es claro en este sentido y lo define como «un espejo del grado de satisfacción y de autorrealización que proyectamos sobre nuestra rutina laboral». De ahí que sea frecuente encontrar este mal en trabajos rutinarios, donde la insatisfacción laboral está a flor de piel. De hecho, ésta es la principal causa de este síndrome.

Y si a esa insatisfacción se suma la vuelta al trabajo, los riesgos de padecer estrés aumentan. No obstante, los expertos recomiendan que si una vez incorporado al trabajo la persona observa que los síntomas de estrés y agotamiento emocional (característicos del síndrome postvacacional) continúan pasados diez o 12 días, «hay que estar atento, pues puede derivar en un estado depresivo».

Ante todo, variedad

El nivel de satisfacción laboral dependerá de lo contento que se encuentre el trabajador con su puesto de trabajo. De este modo, cuanto menos es la satisfacción y el nivel de cumplimiento de expectativas, mayor esfuerzo de adaptación deberá hacer el empleado cuando vuelva de vacaciones.

Por esta razón, y según el psicólogo británico Peter Warr, las personas que ocupen puestos de trabajo en el que desempeñen tareas variadas, tengan autonomía operativa y estén de acuerdo con sus condiciones laborales y sueldo serán menos propensas a padecer el síndrome postvacacional. En este sentido, también influye mantener un buen nivel comunicativo y afectivo entre los compañeros.

No obstante, para el director de Programas Médicos de Sanitas, padecer o no el síndrome postvacacional dependerá, sobre todo, de «la capacidad individual de readaptación al estilo de vida laboral» cuando se acaban las vacaciones.

¿Cómo evitar el síndrome postvacacional?

Ignacio Ferrando, aconseja seguir una serie de pautas para evitar o padecer mínimamente el síndrome postvacacional:

  • Dividir las vacaciones y dejarse unos días libres en septiembre.
  • No incorporarse al trabajo al día siguiente de volver de viaje.
  • Fomentar la relación con los compañeros cuando se llegue al trabajo.
  • Aprender a ser más positivo y tomarse las cosas con humor.
  • Intentar aprovechar el tiempo de trabajo y evitar hacer horas extras o llevarse trabajo a casa. Conviene, en este sentido, no asumir más tareas de las que se puedan llevar a cabo.
  • Acabar con los hábitos propios del verano y volver a hacer ejercicio y a mantener dietas equilibradas.
  • Socializarse y practicar actividades relajantes.

© Laboris