Preguntar es demostrar interés. Y la vergüenza o los nervios no nos pueden cohibir de que manifestemos al entrevistador que tenemos la voluntad de conocer más acerca de la empresa, e inquietud por saber en profundidad cual es el puesto de trabajo al que optamos.

Tampoco es cuestión de avasallar e interrumpir: el entrevistador no se puede convertir en entrevistado, pero sí que le causará una buena impresión nuestra curiosidad. El límite vendrá impuesto por la forma de comportarse del reclutador y la cultura de la empresa:

  • En entrevistas rígidas y muy pautadas la seriedad y el rigor se deben imponer frente a la espontaneidad de una pregunta. Suele ser el caso de algunas empresas «a la vieja usanza».
  • Cuando notamos en el experto de selección una actitud receptiva y amistosa, nos podemos sentir más seguros de preguntar sin miedo a ser inoportunos.

¿Qué preguntar?

Un primer bloque de preguntas se refiere a la propia empresa. En algunas ofertas de empleo no sabremos ni tan siquiera el nombre o el sector en que actúa la compañía. El conocido consejo de llegar preparado a la entrevista con este tipo de datos no sirve porque nos serán imposibles de descubrir. más aún si la selección se hace a través de una consultora.

Si hemos tenido la oportunidad de informarnos a fondo acerca de la empresa, es el momento de ir un poco más allá. Podemos preguntar acerca de:

  • La cultura de empresa
  • Planes de expansión
  • Presencia en otros países o situación frente a la competencia

En cuanto al puesto de trabajo:

  • Cual es nuestra posición exacta con respecto a la organización. Es decir, de quién dependemos jerárquicamente o cuantas personas estarán a nuestro cargo.
  • Si trabajaremos en equipo o de forma autónoma
  • Posibilidades de promoción
  • Política de formación de la empresa

Indagar sobre estos aspectos predispone a que nos valoren de una forma más positiva. Más importante aún, la información que recibamos nos ayudará a decidir si el puesto de trabajo realmente nos interesa. La compañía no es la única que selecciona, nosotros también.

Una mezcla de información que podamos aportar acerca de la compañía junto con algunas preguntas para profundizar demostrará que hemos pensado seriamente en unirnos a la organización y que no hemos ido a la entrevista para «ver qué pasa».

Cuando la conversación está a punto de concluir, el reclutador casi siempre hace la misma pregunta: ¿Tiene alguna duda? Pues sí, sí que las tenemos. Por una parte, hay que preguntar acerca de los pasos siguientes en el proceso de selección: si nos llamarán tanto si pasamos a la siguiente fase como si nos descartan, en qué plazo deberíamos saber algo…

Pero además, guárdate un par de preguntas. ?ste es un buen momento para aclarar puntos oscuros de la entrevista, y así alentar una conversación más fluida y un clima más distendido.

De la misma forma, durante toda la entrevista debemos preguntar cualquier cosa que no entendamos. Así se consigue más tiempo para pensar la respuesta y ?a diferencia de lo que se pueda pensar? demostraremos iniciativa y madurez. Una entrevista de trabajo no es un examen, y por pedir una aclaración no vamos a perder puntos.

Lo que no se debe preguntar

Hay una cuestión que suele ser tabú en una entrevista de trabajo, sobre todo si el proceso de selección se está iniciando: el sueldo. ?nicamente si el entrevistador menciona el tema de la retribución puedes entrar en este espinoso tema. Pero para no forzar la máquina, espérate a que te hagan una propuesta en firme en una próxima entrevista antes de negociar el salario. En ningún caso lo preguntes a bote pronto.

Este mismo argumento es igual de válido para el tema de vacaciones u horarios, y en general las condiciones laborales del puesto.

Otra pregunta no pertinente es pedirle al reclutador que haga una valoración de la entrevista. Aunque algunos manuales lo recomiendan, lo cierto es que presenta más riesgos que ventajas: manifiesta ansiedad por conseguir el empleo, inseguridad y falta de capacidad para evaluar por ti mismo cómo ha ido.

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