Si eres de los que desean controlarlo todo, sufres ante la posibilidad de que las cosas no sucedan tal como tenías planeado y vives con la obsesión de buscar la máxima seguridad, el nuevo libro de Xavier Guix te interesa. En él describe con todo detalle lo que se esconde bajo la máscara del control, cuáles son sus fuentes, cómo se origina y qué pasos hay que dar para desenmascararlo y desmontarlo. El entorno de trabajo es una de las esferas en las que más se evidencia el deseo de control, pero no es la única. El autor la menciona en su libro aunque el análisis que realiza sobre las personas controladoras abarca todos los aspectos de la vida.
La aproximación que realiza Guix es seria, sincera y directa, y, aunque pone más acento en las causas que en las soluciones, aporta buenos consejos para quienes realmente desean cambiar. Y sobre todo incita a la acción, pues ninguna mejora es posible si sólo se queda en el pensamiento, para progresar hay que dar un primer paso.

¿Por qué y para qué controlamos?

Xavier Guix asegura que una de las formas que elegimos las personas para administrar nuestros temores es controlar obsesivamente todo lo que rodea nuestra vida, pero no es una buena elección pues conlleva un gran sufrimiento. El problema no es tener miedo, sino entenderlo y gestionarlo, y para eso primero hay que detectarlo e indagar sobre su origen. Es una ardua tarea, pero bien merece la pena.
Guix nos ayuda a reconocer nuestros miedos describiendo un largo listado de comportamientos en los que se evidencian el miedo y el control. Cita, entre muchos otros: querer racionalizarlo todo, sufrir antes de hora, vivir con el freno puesto, cerrar los ojos al presente, comparar con el pasado, anticipar el futuro, vivir pendientes y dependientes de la agenda, planificar la vida de los demás, hacer chantaje emocional, resolver situaciones con agresividad y exigirnos demasiado.

Cómo combatir la necesidad

«La clave para entender la obsesión compulsiva es que el intento de control aparenta ser tan exitoso que la persona ya no sabe prescindir de él», asegura Guix. El autor explica lo que podemos hacer para dejar de controlarlo todo, pues el control encierra el gran peligro de convertirse en obsesión. Entre las acciones que propone destacan las de:

  • Indagar en el origen de nuestros miedos buscando a fondo.
  • Observar ante qué personas, situaciones, ideas, etc., nos mostramos inflexibles para poco a poco superar esas resistencias.
  • Elegir el camino de en medio, no perder el propio centro.
  • Vivir el presente, darle pleno sentido al aquí y al ahora.
  • Hacer espacio interior y darnos cuenta de que lo mejor está dentro de nosotros y no fuera.
  • No andar forzando ni la vida ni las emociones ni los sentimientos.
  • No perder oportunidades por centrarnos sólo en cómo nos gustaría que sucedieran las cosas en lugar de estar atentos a cómo suceden realmente.
  • Vivir para hacernos felices sin tener que esperar a que sean los demás quienes nos proporcionen felicidad.
  • Cuidar nuestra respiración para deshacer nudos emocionales, meditar, aprender a relajarnos, etcétera.
  • Reír y arrojar la rabia y la ira fuera de nuestro interior.

La opinión del experto

¿Qué rasgos caracterizan a un jefe o jefa controladores?, ¿cómo se comportan estos profesionales?

Estamos hablando de personas que por una parte son muy exigentes y por otra tienen mucho miedo, una combinación perfecta para sufrir. Suelen ser muy racionales, pero, por el contrario, les cuesta mucho interpretar las emociones de los demás y eso les suele ocasionar problemas en las relaciones con su equipo. Son profesionales que se centran casi exclusivamente en los resultados del trabajo y no en el proceso, y en ese proceso no siempre está todo el mundo al cien por cien, alegre y motivado. Las personas tenemos emociones y a veces es necesario saber escucharlas, tener tacto…, y eso es algo que a los profesionales controladores les cuesta mucho.

¿Que se esconde detrás de esa dificultad?

Miedo, mucho miedo, sobre todo a equivocarse. Los profesionales con un perfil controlador se identifican con los resultados de lo que hacen y cuando cometen un error se sienten equivocados como personas. «Si eres de acuerdo con lo que haces y lo que haces lo haces mal entonces no eres nadie». Eso es lo que sienten estas personas.

¿De qué les sirve controlar tanto a los subordinados o incluso a colegas que también sean jefes?

Les sirve para quedarse tranquilos, pero a costa de transmitir ansiedad a quienes tienen alrededor. Ellos mismos son los primeros ansiosos y si esa ansiedad se cronifica acaba convirtiéndose en una obsesión que puede llegar a ser compulsiva, en el sentido que la persona controladora llega a creer que el trabajo sólo puede hacerse de una determinada manera pues de lo contrario no funciona. Es habitual oír de los profesionales controladores frases del tipo «si no estoy encima esto no va a salir».

¿Es correcto afirmar que la falta de confianza en uno mismo conduce al miedo y que éste lleva a querer controlarlo todo?

De hecho esa es la hipótesis del libro: miedo y control son uña y carne y detrás de ellos se encuentra la falta de confianza en uno mismo y en los demás.

¿Qué se puede hacer para dejar de ser una persona controladora?

En primer lugar te tienes que dar cuenta que te pasas la vida queriendo controlarlo todo. Una vez seas consciente de eso intenta cambiar de conducta, identifica tu miedo y empieza a hacer algo para luchar contra él. No basta con que lo reconozcas, has de pasar a la acción, has de actuar. Debes tener la capacidad de aceptar la realidad tal como es, pues cuando aceptas lo que es y no lo que crees que debería ser entonces puedes empezar a cambiar. La idea es vaciar la mochilla del control y la ansiedad en lugar de cargarla más. Cualquier persona puede hacer esto, pero le va a ser más fácil a las que sienten que no son del todo felices, que algo en su vida no acaba de funcionar.

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