Al actuar como orador ante un público los nervios suelen hacer su aparición. Pero ¿qué ocurre si la persona que está hablando se enfrenta a gestos de aburrimiento, bostezos o la realización disimulada de dibujos en un folio? La primera reacción es la del enfado. Y, a continuación, llegan las recriminaciones que pueden convertirse en un enfrentamiento entre ambas partes que nos desvíe del objetivo inicial de la reunión.

Por difícil que parezca, estas situaciones conflictivas pueden afrontarse de una manera racional. «Si tú no controlas tu estado emocional en ese momento, vas a fomentar más conflicto porque vas a contestar con agresividad para defenderte», explica Pascale Bang-Rouhet, una de las fundadoras de Expresarte. Este gabinete de formación ofrece un módulo para altos directivos y mandos intermedios en el que les enseña a enfrentarse a comportamientos conflictivos y desestabilizadores.

Así, si el orador se enfrenta a una persona irónica o humillante, reaccionará de forma emocional, lo que influirá en su lenguaje tanto verbal como no verbal: mirada huidiza, bajada de voz, tono agresivo, postura corporal defensiva, etc. «Hay que intentar controlar este momento, dejando que el agresor hable para, mientras tanto, tomar el control de nuestra emoción, controlando la respiración y preparando la respuesta con más tranquilidad», sostiene Pascale.

Cuerpo y voz

La posición del cuerpo, el nivel de la voz y los gestos serán tres de los puntos clave que habrá que tener más en cuenta. De ahí que no haya que dejarse desestabilizar por cualquier situación fuera de tono. «El hecho de saber gestionar este tipo de comportamientos permitirá al orador salir de la reunión con más credibilidad».

En el curso impartido por Expresarte, los participantes se enfrentan a diferentes situaciones prácticas que reproducen estos comportamientos. Uno de los asistentes hace de orador mientras el resto trata de desestabilizar al primero. Y todo ello sobre un escenario, ya que este gabinete imparte sus programas en un teatro de Madrid. «Es la situación extrema, ya que ahí se sienten muy expuestos», explica Isabelle Laurent, la otra fundadora de Expresarte.

Mientras que Pascal se centra en la aplicación práctica de las técnicas teatrales, Isabelle se encarga de la gestión del miedo escénico, del nerviosismo. Cuando un orador se enfrenta a un público, se encuentra en «una situación antinatural de comunicación», afirma Isabelle. «No estás hablando de tú a tú con una o varias personas, no es una comunicación cruzada. Te sientes expuesto y desprotegido». El público no sólo se fija en lo que dice sino, y sobre todo, en cómo lo dice. «El público cree mucho en lo que ve porque la imagen es muy importante».

Vigilar los gestos

¿Qué ocurre cuando el orador frunce el ceño? Que transmite preocupación, ira contenida o agresividad. ¿Y si aprieta mucho las mandíbulas? Transmite preocupación o violencia. Y las personas que son muy nerviosas suelen recurrir, de forma inconsciente, a los denominados parásitos: rascarse la nariz, tocarse el cabello, remangarse…, de ahí la importancia de tomar conciencia de ellos. Además, es muy importante la respiración, ya que si se altera, «transmites falta de seguridad, no eres capaz de gestionar pausas y mantienes un tono monocorde», sostiene Isabelle.

Estudiar la reacción del público

Cuando un orador se siente poco escuchado, tiende a alterar su estado de ánimo y a entrar en una situación de enojo que obtendrá una respuesta similar. Para evitarlo hay que empezar por intentar encontrar una causa en la actitud del público. ¿Por qué bosteza uno de los oyentes? ¿Le aburre lo que se le está contando o es que acaba de ser papá y el bebé le ha dado una mala noche? ¿O ayer regresó tarde de un viaje de trabajo y ha dormido poco?

Para no entrar directamente en un enfrentamiento, se puede emplear lo que desde Expresarte denominan una falsa pregunta. Consiste en reformular la última frase que ha dicho el orador pero en forma de pregunta, para invitarle a entrar en el discurso. «Es un método para involucrar rápidamente a esa persona en la reunión».

En el caso de la respiración, si se utiliza de forma consciente permite controlar toda la comunicación.

Según explica Isabelle Laurent, «cuando somos un orador vamos a utilizar la respiración baja, abdominal, que se trabaja en la barriga. Es la que utilizan los actores de teatro para controlar sus nervios y potenciar su voz sin esfuerzo».

A lo largo de los dos días en los que se imparte el curso, el enfrentamiento con situaciones prácticas irá acortándose en el tiempo, de forma que, al final, los participantes sean capaces de tomar el control de la situación en pocos segundos, justo antes de iniciar una reunión. «Estas técnicas hay que saber utilizarlas en pocos segundos para tomar el control de la emoción y controlar todos los mensajes de tu cuerpo».

Otras opciones

Junto al módulo de comportamientos conflictivos, la compañía de Expresarte imparte otros seminarios que permiten mostrar todas las técnicas de comunicación a través del teatro. Cuatro son las alternativas que pueden encontrarse.

El primero de ellos es ‘Comunicarte’, dirigido a altos ejecutivos. A lo largo de sus tres días de duración se trabajan todas las técnicas para hablar en público en una empresa: solo, detrás de un atril, en una reunión,siempre en situaciones en las que el orador tiene un reto.

El modulo ‘Elocuencia’ está orientado a mandos intermedios y se enfoca en las técnicas de reuniones, a lo largo de dos días.

También hay un módulo de ‘Coaching’, que se imparte de forma individual a directores generales, presidentes de multinacionales, políticos… A lo largo de cuatro sesiones, de una hora cada una, se les enseña a trabajar con todas estas técnicas.

Por último el módulo de ‘Eventos’ se encarga de preparar a ponentes para hablar en una convención.

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