No es exactamente un síndrome, pero a veces se le llama así porque, al igual que una enfermedad, se manifiesta con un conjunto de síntomas: cansancio, desgana por el trabajo y ansiedad.

No hay que alarmarse: se trata de algo normal cuando se pasa de una situación placentera a una de ‘pérdida de libertad’. El problema se agrava cuando la persona se marcha de vacaciones dejando muchos temas pendientes. A la vuelta intentará pisar el acelerador y eso puede conducirle a una crisis de angustia pasajera.

La manera en que las personas afrontan el retorno al trabajo varía en función de su carácter:

  • Las que peor lo pasan son las que ven en las vacaciones la solución a todos sus problemas. Cuando el descanso se acaba, se angustian ante la responsabilidad de tener que enfrentarse al día a día.

  • Quienes están en paro también se hallan ante un reto: encontrar trabajo. Para evitar posibles desengaños deberán plantearse la búsqueda de empleo como una etapa difícil pero llena de posibilidades. Y deberán tener muy claro que la constancia es su principal baza en un mercado laboral tremendamente competitivo.

  • Los que mejor encajan el retorno a la actividad son los ‘workaholics’ o adictos al trabajo. Estas personas convierten su profesión en una droga y desconectan de todo lo demás. Se sienten perfectamente bien en el mundo laboral, pero eso acaba afectando seriamente a su vida personal. Si éste es tu caso, aprende a frenar.

    Cómo volver sin traumas

    No existen recetas mágicas, pero la vuelta a la actividad será más llevadera si seguimos estas pautas de comportamiento:

  • Dedicar parte de los últimos días de vacaciones a visualizar las situaciones estresantes a las que deberemos enfrentarnos. Hay que hacerlo pensando que podemos compensarlas con actividades gratificantes.
  • Empezar a trabajar poco a poco para coger el ritmo progresivamente. Aunque tengamos muchas ganas de arrancar, deberemos dosificar el esfuerzo, de lo contrario podríamos agotarnos antes de tiempo.
  • Prolongar las vacaciones durante los fines de semana aprovechando al máximo las horas de luz.
  • Realizar una planificación flexible del tiempo dentro y fuera del trabajo. Es importante reservar unas horas para estar con la familia y los amigos.
  • Hacer ejercicio, ya que el deporte nos ayuda a relajarnos y mantenernos en buena forma.
  • Plantearnos proyectos personales y profesionales para ver el retorno como el principio de un nuevo periodo lleno de oportunidades. Pero hemos de ser realistas, si se trata de actividades demasiado ambiciosas y no somos capaces de llevarlas a cabo, sólo servirán para frustrarnos.
  • No sucumbir a iniciativas poco coherentes de nuestros jefes. A veces vuelven ‘iluminados’ con ideas y proyectos irrealizables. No debemos dejarnos arrastrar por un ímpetu fugaz.

    Las vacaciones no acaban en agosto

    Años atrás la mayoría de empresas cerraban durante todo el mes de agosto y eso obligaba a sus trabajadores a concentrar las vacaciones en esas fechas.

    Hoy hay pocas compañías que continúen con esa tradición, cosa que facilita el reparto escalonado de los días de descanso. Los expertos creen que ésa es la mejor fórmula, ya que la carga mental que soportamos en el puesto de trabajo es cada vez mayor. Por eso, necesitamos recuperar energía varias veces al año.

    Si eres de los que disfrutan con los deportes de aventura o con las visitas culturales maratonianas, adelante, pero sin excesos. Los días de descanso deben combinar equilibradamente relax y actividad, si acabas más cansado que antes de salir, no habrá servido de nada.

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