Las enfermedades profesionales son, cada vez más, materia de debate por parte de empresas e instituciones. Y no es para menos si nos fijamos en datos como que los trastornos músculo-esqueléticos (TME) constituyen uno de los principales problemas de salud en los lugares de trabajo: el 25 por ciento de los trabajadores tiene dolor de espalda y el 23 por ciento sufre dolores musculares.

Y la parte más psíquica también se ve afectada. De hecho, el estrés laboral afecta al 22 por ciento de los profesionales de la Unión Europea. Según el director de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (EU-OSHA), Jukka Takala, «es probable que aumente el número de personas que sufren dolencias relacionadas con el estrés provocadas o agravadas por el trabajo».

La Agencia acaba de clausurar, precisamente, la campaña ‘Aligera la carga’ que, durante todo un año ha fomentado un enfoque integral para afrontar los TME, sin dejar de ayudar para que los trabajadores afectados puedan seguir desempeñando su tarea. Para el comisario europeo de Empleo, Asuntos Sociales e Igualdad de Oportunidades, Vladímir Spidla, «esta campaña ha contribuido a fomentar la sensibilización respecto a este enorme problema y las buenas prácticas nos ayudarán a evitar sufrimientos en el futuro».

Estas acciones constituyen un complemento más de la nueva ‘Estrategia comunitaria de salud y seguridad en el trabajo (2007-2012)’. Su principal objetivo es reducir en un 25 por ciento los accidentes laborales a lo largo de dicho periodo. Una previsión que Vladímir Spidla considera que es «ambiciosa pero posible de conseguir».

Principales afectados

Los trastornos músculo-esqueléticos son definidos desde la Agencia Europea como alteraciones de estructuras corporales tales como músculos, articulaciones, tendones, ligamentos, nervios o sistemas localizados de la circulación sanguínea, que están causadas o agravadas por el trabajo y el entorno en el que éste se desarrolla.

¿Quiénes son los principales afectados por los TME? Fundamentalmente los trabajadores que realizan tareas con gran demanda física como los trabajos en posturas forzadas, la manipulación de cargas pesadas, estar mucho tiempo de pie o sentado y las tareas repetitivas. Todo ello suele ser muy habitual entre los empleados más jóvenes. Así, en torno a cuatro millones de trabajadores de la Unión Europea menores de 25 años tienen dolor de espalda.

Las mujeres también se encuentran entre las afectadas por estos trastornos. De este modo, en el ámbito sanitario, de entre los seis y siete millones de mujeres que levantan o mueven personas, entre tres y cuatro millones tiene dolor de espalda.

En el caso del comercio, entre cuatro y seis millones de trabajadoras transportan cargas pesadas y en torno a diez u 11 millones permanece de pie o sentada durante largos periodos de tiempo.

Riesgos emergentes

El Observatorio Europeo de Riesgos de la EU-OSHA ha publicado un informe sobre lo que califica como riesgos psicosociales emergentes, muy relacionados con las nuevas formas de contratación (los trabajos precarios), la inseguridad en el puesto, la intensificación del trabajo, una excesiva exigencia emocional, la violencia y el acoso en el puesto (que pueden ocasionar pérdida de autoestima, ansiedad y depresión) y el desequilibrio entre la vida laboral y personal.

Según Jukka Takala, «la vigilancia y la mejora constantes de los entornos psicosociales de trabajo son necesarias para crear puestos de trabajo de calidad y conservar trabajadores en buenas condiciones». Aquí el actor principal es el estrés que motiva la pérdida de entre el 50 y el 60 por ciento del total de jornadas laborales.

Trabajo y embarazo, ¿una ecuación difícil?

El manejo de cargas o la exposición a radiaciones pueden implicar un riesgo para la mujer o el feto.

Estar embarazada no constituye un impedimento para continuar con el desempeño habitual de la actividad laboral. Pero ciertas actividades sí que pueden afectar al desarrollo normal del embarazo, como el manejo de cargas, la exposición a radiaciones, vibraciones, ruido, temperaturas extremas y el contacto con ciertas sustancias químicas.

La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) ha elaborado un informe sobre situaciones de riesgo laboral durante el embarazo. Para su presidente, José Manuel Bajo Arenas, dos son las que más riesgo provocan. Por un lado, el contacto de la madre durante el periodo de gestación del embrión con materiales nocivos que pueden causar malformaciones y alteraciones. Por otro lado, la incapacidad de realizar ciertas actividades debido al peso o la postura necesarias para trabajar.

Metales, disolventes, pesticidas, gases anestésicos, cauchos y ciertos productos farmacéuticos son algunas de las sustancias químicas que tienen un efecto perjudicial sobre la salud de la madre o del feto. Entre las profesiones que representan un mayor factor de riesgo figuran las que desarrollan su actividad en hospitales.

Nueva prestación

La Ley de Dependencia, en vigor desde el año pasado, incluye una nueva prestación de la Seguridad Social de riesgo durante el embarazo, por la que la trabajadora percibe el 100 por cien de su base. La legislación anterior, de 1999, consideraba el riesgo en el embarazo como una enfermedad común.

Ahora se establece una prestación específica para el caso en el que la mujer embarazada se vea forzada a abandonar el puesto de trabajo porque suponga un riesgo para su salud o la del feto, identificando, fundamentalmente, agentes contaminantes y situaciones de riesgo.

© Laboris