A pesar de que expertos y organismos especializados plantean la movilidad geográfica como una de las alternativas más eficaces a la situación de estancamiento que atraviesa en la actualidad el mercado laboral, los europeos se muestran cada vez más sedentarios, según se desprende del estudio ‘Movilidad laboral y vida familiar’, impulsado desde la Comisión Europea y que se ha llevado a cabo en diversos países de la UE a partir de 7.220 entrevistas a trabajadores de entre 25 y 54 años.

Se da la circunstancia de que son pocos los trabajadores que se mudan a otras zonas de su país por razones profesionales y menos aún los que lo abandonan para trabajar en otro estado. Concretamente, el 18 por ciento de la población ocupada es móvil por motivos de trabajo en alguna de sus formas, mientras que el 32 por ciento lo fue en algún momento de su trayectoria laboral.

De estas cifras se desprende que son pocos los que se han mudado a otros municipios por razones laborales, únicamente el 14 por ciento, y sólo el cuatro por ciento se ha ido al extranjero a trabajar. Hay incluso un 12 por ciento que es móvil en más de una de estas formas. En conjunto, se evidencian escasas diferencias entre los países estudiados: Alemania con un 18 por ciento es el país con mayor grado de movilidad laboral, mientras que Suiza con un 13 por ciento se sitúa en el otro extremo.

Esta débil tendencia a abandonar el lugar de residencia habitual por motivos laborales ha llevado a muchos empleados a tener que utilizar métodos alternativos para conservar su puesto de trabajo. En las últimas décadas se ha producido un profundo cambio en las pautas de movilidad laboral: de la migración por motivos de trabajo se ha pasado a la movilidad circular. Así están dispuestos a invertir mucho tiempo en desplazamientos hasta la oficina, a trabajar durante la semana lejos de sus hogares, incluso a mantener una relación de pareja viviendo sus miembros alejados uno del otro.

Más de dos horas

Exactamente, el 41 por ciento de los trabajadores dedica más de dos horas en ir y volver del trabajo todos los días. Por su parte, el 29 por ciento se ve obligado a dormir más de 60 noches al año fuera de su casa bien por viajes de negocio, bien porque su trabajo está tan lejos de su hogar que no puede volver a él diariamente o porque son trabajadores de temporada. Este es un fenómeno que afecta a toda la población, viva en las grandes ciudades, en las medianas o los pueblos, pues sólo uno de cada tres de quienes dedican más de dos horas de transporte al trabajo habita en municipios de más de medio millón de habitantes.

El estudio además constata que los que tienen estudios universitarios viven más cambios de residencia por causas laborales que los trabajadores menos cualificados. Además del nivel educativo, en la disposición hacia la movilidad influye también el tamaño de la empresa. Así, los empleados de multinacionales son más móviles que los que trabajan en pymes.

Para la mayoría de los trabajadores es principalmente una oportunidad de promoción profesional o una vía para ganar más dinero. Para la mitad es en realidad la única forma de tener un trabajo remunerado, tanto más cuanto mayor se es.

Menos de un tercio de los empleados españoles cambiaría de ciudad

El 42 por ciento de los ciudadanos de nuestro país viajaría por trabajo pero sólo el 28 por ciento cambiaría de residencia por un empleo.

España se ha caracterizado en los últimos años por una escasa movilidad geográfica por motivos laborales en comparación con otros países de la Unión Europea, pero esto podría estar cambiando, entre otras, cosas, por la crisis y el aumento del desempleo.

Para conocer cómo ha evolucionado este hecho, Randstad, el grupo holandés de recursos humanos y soluciones de trabajo, ha llevado a cabo un estudio entre 50.000 trabajadores para conocer sus preferencias respecto a la movilidad y la disponibilidad de viajar por motivos laborales. El 42,2 por ciento de los españoles viajaría por motivos laborales, aunque sólo el 28,2 por ciento estaría dispuesto a cambiar su lugar de residencia por un empleo, si bien en ambos casos las condiciones del traslado serían determinantes para tomar esa decisión.

Tanto hombres como mujeres están dispuestos a viajar por motivos de trabajo, si bien ellos muestran una mayor disponibilidad, con un 48,5 por ciento, frente al 37,1 por ciento de las mujeres. Para el 44,1 por ciento de las mujeres, las condiciones del viaje son fundamentales para aceptar el desplazamiento, porcentaje que se reduce levemente, hasta el 41,7 por ciento, en el caso de los varones.

Tal y como sucedía en la disponibilidad para viajar, las condiciones son las que van a determinar la decisión final de los trabajadores. Y al igual que en el caso anterior, los hombres son, en general, menos reacios al traslado. Lo harían en un 32,43 por ciento de las ocasiones frente a un 24,83 por ciento de mujeres.

¿Supervivencia o ascenso?

El cambio de residencia por motivos laborales acarrea toda una serie de consecuencias que afectan directamente a la calidad de vida.

Las consecuencias de la movilidad en la vida cotidiana son muy diversas. Así, está generando en la sociedad una curiosa tendencia: mientras que para unos abre nuevas posibilidades de hacer carrera profesional y ascender socialmente, para otros es una forma de evitar el desempleo y descender en la escala social.La profesora Anna Giza-Po­leszczuk de la Universidad de Varsovia destaca que «para uno de cada cuatro desplazados por motivos laborales, la movilidad es la última posibilidad de asegurarse la supervivencia».

En general, los trabajadores europeos varones tienen mayor propensión a cambiar de residencia que las mujeres. Sólo un tercio son féminas, una situación que tiene efectos negativos sobre la vida familiar.Los hombres cuando son móviles se ven descargados de parte de sus obligaciones en el cuidado de los hijos, pero no siempre sucede lo mismo con las mujeres. Esto hace que la conciliación de familia, trabajo y movilidad sea todavía una asignatura pendiente.

La movilidad laboral también dificulta la formación de una familia, particularmente entre las mujeres, quienes a diferencia de los hombres tienen que renunciar con más frecuencia a formar una pareja y a tener hijos. Es habitual que retrasen la decisión de tener descendencia y se produce, además, una tendencia a reducir el número de hijos (las mujeres móviles tienen 1,5 hijos frente a 1,9 las no móviles).

En familia

En general, el estudio demuestra, además, que cuando se ha formado una familia disminuye la predisposición a viajar por motivos de trabajo, tanto entre los hombres como, sobre todo, entre las mujeres. La movilidad del hombre fomenta además la división desigual de las conocidas como tareas del hogar. Cuando hay niños, sólo un 55 por ciento de los padres con un trabajo móvil cuidan de ellos a partes iguales frente al 68 por ciento entre los no móviles.

Así, los expertos concluyen que el bienestar individual, la salud, las relaciones sociales y la vida familiar se pueden ver afectados por la movilidad laboral al provocar, por ejemplo, una división más tradicional de las responsabilidades familiares en el cuidado de los niños.

Contra el estrés

Las consecuencias negativas de los largos desplazamientos al puesto de trabajo desaparecen cuando el empleado decide mudarse de ciudad.

No siempre la movilidad laboral acarrea consecuencias negativas sobre la vida cotidiana de los ciudadanos. Una de las conclusiones del estudio europeo es que los que trabajan durante la semana lejos de su domicilio y quienes tienen que soportar largos trayectos son quienes con más frecuencia padecen mucho estrés, mientras que entre quienes han optado a mudarse por motivos laborales es menos frecuente.

Las condiciones también son relevantes, así como las circunstancias que han llevado a un trabajo con mucha movilidad. «Es sobre todo cuando el traslado se vive como una obligación, como algo no previsto o no deseado, cuando se percibe como una carga muy pesada de llevar», señala el profesor Gerardo Meil de la Universidad Autónoma de Madrid.

«En el contexto de demandas crecientes para ser profesionalmente móvil, los agentes económicos y políticos tienen que desarrollar nuevas estrategias que al tiempo que promueven la movilidad de los europeos, minimicen las consecuencias negativas del fenómeno», concluye el profesor Norbert Schneider a partir de los resultados de la investigación.

Una de las contribuciones de los empresarios podría consistir en posibilitar una mayor flexibilidad horaria, facilitar el trabajo en el domicilio y asumir una parte de los costes económicos derivados de la movilidad.

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