Miquel Bonet, Dtor. de Programas de La Universidad de Barcelona.iL3
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No nos consuelan nada estos políticos, cuando vaticinan que podemos llegar a 4 millones de parados y que la cosa se va a complicar cuando finalicen los dos años de cobro de desempleo; tampoco nos gusta conocer que desde octubre, se pierden cada día 5000 empleos (fuente La Vanguardia.8.2.2009), encima existen “extraños oráculos” que vaticinan que lo peor está por llegar y más cosas, pero nos acostumbramos a las malas noticias, mejor que a las buenas, quizás porque son las que hacen vender periódicos, aunque ahora el tema es más serio y no podemos permitirnos perder el trabajo que es la auténtica fuente de vida después de la salud.

Es momento de pensar en las mejores salidas laborales y por ello dedico estas líneas a la Formación Profesional, pues pienso que esta gente, simplemente, haciendo bien lo que hacen son los responsables de que gire el mundo todos los días.

Es propio de la conducta humana ignorar todo aquello que tenemos fácil y a nuestro alcance, por eso cuando le damos al interruptor de la luz, abrimos el grifo o giramos la llave del coche, lo normal es que todo funcione, obviando todo lo que hay detrás de cada litro de agua, kilowatio o del vagón de metro que nos lleva de un sitio a otro, deje de leer un instante y mire a su alrededor, no importa si está en su casa, en la oficina o en el campo, siempre hay alguien que hace, repara, sirve o incluso cuida el entorno y seguro que tiene que ver con la formación profesional.

En estos últimos años, se ha añorado mucho a la gente de oficio, quizá por el escaso entusiasmo que despertaba el seguimiento de estos ciclos formativos, considerados equivocadamente como el “hermano pequeño” de la universidad y actualmente se está haciendo justicia a este colectivo, cuando un porcentaje demasiado alto de universitarios, incluso con doctorados y masters, guardan cola en las oficinas de empleo, mientras la gran mayoría de mecánicos, electricistas, cuidadores o comerciales, están trabajando incluso en momentos aciagos.

Este hecho merece algunas reflexiones que quiero compartir con usted, la primera, cualquier trabajo que sea útil, necesario y aporte valor, como por ejemplo cocinar, vender en el super, hacer ventanas o cuidar gente mayor, tiene un lugar en el mercado de trabajo, se paga y se cotizará al alza en el futuro porque la globalización contribuye a la distinción, soy de los que pienso que detrás de cada artesano existe su “marca” que le cualifica y le distingue.

Otra consideración para el optimismo y dedicado a la gente que se está formando actualmente, cuando se compite por un puesto de trabajo, siempre se valora mucho más al que proviene de la FP, aunque tengan el mismo grado, en Inglaterra y otros países europeos que tienen suficientemente acreditada su experiencia pedagógica, este hecho está totalmente contrastado hace decenios.

Más cosas, mucha gente ha llegado a la FP, a partir de un aprendizaje y a menudo unas prácticas realizadas en el lugar de trabajo; por otra parte y ante la amplitud de opciones formativas que existen, he podido comprobar que la mayoría de la gente que se hace impresor, panadero o electricista, ha idealizado su trabajo y se “ve” haciéndolo, quizás por herencia familiar, por mimetismo social o por habilidades innatas, en cambio, tengo alumnos de derecho, empresariales o ciencias que no sabe por qué eligió sentarse en el aula, ni siquiera se ha planteado lo que hará en el mundo empresarial incluso algunos de ellos parodiando la metáfora del cuento de la lechera, esperan decidir su destino con los “masters” que van a hacer, aunque ahora con Bolonia serán más prácticos y menos sencillos.

Con todo eso, no quiero ni mucho menos poner en evidencia ni marginar ningún tipo de formación, pienso que todas son buenas cuando existe ilusión, porqué es mejor la imaginación y el trabajo constante que el simple saber, pero no debería llevarnos al escenario laboral, la simple necesidad de sobrevivir, creo que este es el gran error de una sociedad como la nuestra, en la que el consumo llega a marcar las normas de conducta y la manipulación del marketing acaba rigiendo la economía.

Por último alguna prevención, estoy viendo todos los días cómo muchos jóvenes y otros que no lo son tanto, tienen que desprenderse de “juguetes” emblemáticos, porque simplemente no pueden pagarlos, y hay demasiadas hipotecas que nunca llegarán a cumplirse; la codicia nunca ha sido un valor en la sociedad y aquí se ha alimentado el crédito con demasiada alegría y descontrol.

Menos mal que en alguna parte más allá de las políticas, modas y demagogia mediática, otras instituciones como la mayoría de universidades y escuelas profesionales, han mantenido cierta mesura, siguiendo referentes curriculares en sus carreras, puede que a veces, con excesivo tradicionalismo, pero con la garantía de docentes vocacionales que han sabido inspirar el aprendizaje y han facilitado las bases del auténtico conocimiento que lleva a elaborar el criterio individual, ya que hoy por hoy, sigue siendo el palo de referencia, sobre el que puede apoyarse cualquier formación tangencial. No hace falta mucho sentido común para entender que no puede haber “maestro” o master, sin la experiencia del aprendizaje previo.

Por mi parte, creo que cualquier competencia, solo puede acreditarse desde la práctica real y cuando las circunstancias del entorno no ayudan, siempre preferiré a la gente que sabe menos pero que está dispuesta a aprender y desarrollarse, también a los voluntariosos con pocos conocimientos pero con gran actitud porqué con su esfuerzo llegarán a dominar cualquier ámbito y sobre todoa los que saben de verdad y además les gusta lo que hacen, porque de éstos me fío.

© Laboris