Miquel Bonet, Director del Programa de Competencias de la Universitat de Barcelona iL3

Muchos de nosotros y casi sin darnos cuenta, nos hemos metido en aquella edad mágica, que cantaba mi paisano Serrat con «el hace 20 años, que digo que hace 20 años que tengo 20 años», pero sigo sintiendo hervir la sangre, nunca he querido tener el alma muerta y aún tengo mucha fuerza, claro que sí, y los que estáis en eso, lo sabéis muy bien.

Creo que tener «faena» o mejor dicho, cosas por hacer, te mantiene con el alma joven, eso y el deporte, yo sigo con el «fútbol», ahora ya sólo «furbito» todas las semanas y un poco de Mountain-bike, sin hacerle ascos a andar, navegar pero tambiéndisfrutar de comidas y tertulias con los amigos, además de la docencia y mis conferencias.

Todo eso me sirve y mantiene mi actividad intelectual y profesional, para potenciar las aptitudes, lo que uno ha aprendido en estos 48 años y meses que llevo trabajando, burlando a la pereza, que constantemente me reclama algo de descanso. La verdad es que me ha encantado una frase oída al maestro Marina, que compara el talento con los naipes querecibes para disputar la partida de tu vida y en la que no es tan importante el valor de las que tengas, sino como las juegas.

Pues bien, nuestros políticos, que viven en su mundo -subordinado al electorado- pero al margen del resto de mortales, siguen ignorando la cantidad de talento que hemos perdido en los últimos 20 años entre prejubilaciones (me refiero a las forzadas), acosos encubiertos, relegando a muchos seniors de las decisiones estratégicas y como no, talento incipiente de jóvenes, que han entrado en una ruleta de contratos temporales sin demasiada opción para implicarse y fidelizarse en un proyecto laboral que puede ser vital.

Lo repito, porque parece que no se han enterado, aquí hay mucha receta, pero nadie hace el tratamiento ni se toma la medicación. Vamos a ver, la salida de la crisis, igual que la de todas las crisis de la historia, se hace:

Asumiendo, analizando y corrigiendo lo que no se ha hecho bien, por tanto, más control al mercado financiero para evitar hipotecas basura y al tiempo, favorecer el crédito, acortar los plazos de pago, penalizar eso, «penalizar» los impagados como garantía del empresariado Pyme ,que es el 92% del PIB y paga impuestos.

Segundo, reforma laboral de una puñetera vez, menos temporalidad, pero más flexibilidad, menos internet para cobrar el paro desde Honolulú y más orientación laboral y obligatoriedad de búsqueda de trabajo, con planes de reinserción y formación. El tema no es penalizar el despido, sino propiciar la contratación, porque el empleo lo dan los empresarios.

Y más esfuerzo, trabajar más, apretarse el cinturón, que los sindicatos se pongan las «pilas» y ayuden a que más gente pueda trabajar, que ayuden a mejorar la competitividad, que contribuyan a acabar con un absentismo inhumano, para que todos trabajemos en lo que nos guste y con ilusión y confianza, sin dejar de consumir con seriedad. A ver si nos olvidamos de las «subvenciones» y aplicando las «recetas» salimos adelante todos con todos.

© Laboris
18-6-2010