Miquel Bonet, Director del Programa de Competencias de la Universitat de Barcelona iL3

Si llevamos este paradigma al mundo del futbol, estoy convencido que a la mayoría de aficionados, valoran simplemente lo primero. Todo es tan fugaz y las alegrías son tan escasas que en este negocio, al final de todo, sólo cuenta que «la pelotita» entre en la portería, todo lo demás es accesorio y seguro que no es una vulgaridad.

De hecho el mundo de la empresa, bebe de las misma saguas, que el mundo real, al final somos, lo que vivimos, lo que trabajamos, lo que amamos y acaban valorándonos por las consecuencias de todo lo que hacemos en la vida. Poco importan las tiranías, cuando se acaba disfrutando aunque sea mínimamente de un pedazo de felicidad.

Volviendo a eso del futbol, tenemos hoy dos ejemplos claros y vivos deliderazgo, seguro que ambos funcionan, porque los éxitos respectivos lo demuestran y sus métodos llenan y seguirán llenando páginas de opinión mediática y se debatirán en masters de liderazgo, porque de todo ganador se aprende algo.

Se dice de mi paisano Guardiola, que es un «filósofo», porque se preocupa de la gente, porqué exigue a cada uno lo que sabe dar, porque les «sermonea» cuando hace falta y utiliza los silencios, cuando las palabras carecen de sentido- de eso se quejaba el ausente Ibraimovich- seguro que en el mundo oculto de Pep, reside un objetivo claro que le hace líder y tan firme, que provoca admiración y el odio de sus rivales, el mundo se encoge frente a alguien que camina seguro y muchos otros lo siguen.

Los que le critican, le reprochan que gastara decenas de millones, en fichajes inciertos y con algunos fracasos, pero nadie tiene cuenta, el valor añadido de los jóvenes que «ha fichado» de la cantera (Pedro, Sergio, Bojan, Jefren, Thiago y los que vendrán), se equivoca porque arriesga, porque para aprender a hacerlo bien, hay que errar muchas veces, es lo mismo que ocurre cuando se «gestiona la retención del talento» ¿por qué buscar fuera lo que tienes dentro?, pero hay que saberlo aprovechar.

El otro estilo de liderazgo, sería el caso Mourinho, un líder cuyos valores están asociados al resultado y a su éxito personal, no da la impresión de que le preocupe el bien de los jugadores, más allá de justificar su coste -que puede parecer excesivo-; desconozco su metodología, tampoco me importa demasiado, pero supongo que es un buen organizador que cree en su sistema y como buen trabajador que es, se ocupa de que cada uno haga su rol.

La gran diferencia entre uno y otro sistema es que en el primer caso las habilidades técnicas de los jugadores, el trabajo en equipo, la solidaridad en la organización del juego, hacen que se mueva la pelota (tiki-taka) si controlas el balón, controlas el juego, se crean ocasiones y la pelota acaba entrando, el resultado es sólo consecuencia de que todo eso funcione.

En el caso de Mourinho, las jugadas arrancan de atrás y la agresividad en sus acciones, acaban intimidando al contrario, se valora el trabajo correcto de cada jugador realizando su función, por decirlo de otra forma, los jugadores empujan y llevan hasta el sitio adecuado la pelota.

La diferencia está en que los primeros hacen correr la pelota, y los otros se mueven más para que ésta corra.

Son sistemas distintos, en personas distintas que además comunican de forma contraria, Guardiola es comedido, discreto, conciliador, mientras Mourinho es directo, irónico, egocéntrico y provocador, el primero se enfrenta cada año al riesgo de justificar su liderazgo, el segundo prefiere asegurar contratos largos, aunque acabe sin cumplir ninguno.

Dos enamorados de su trabajo, esclavos de su método y ambos buenos profesionales, viven para su oficio, tratan de mejorar en cada momento, no sé si aprenden de sus errores, pero son triunfadores, aunque no siempre sea suficiente vencer, también habría que convencer ¿no?

© Laboris
11-10-2010