En las últimas décadas, el maestro de escuela ha perdido valoración social. Cada vez menos respetado por alumnos y padres, se ha quedado sin autoridad y sin voz. No obstante, las cosas están cambiando. La sociedad vuelve a hacerse consciente del papel fundamental que juega este profesional. En sus manos está nada menos que el futuro.

Ser maestro hoy en día no es tarea fácil. Los inicios del siglo XXI son un período de transformaciones. Dejamos el siglo XX y todavía no sabemos muy bien dónde estamos. Los viejos valores ya no sirven en el nuevo panorama. Pero todavía no hemos conseguido unos nuevos valores que los sustituyan. En tierra de nadie, con cambios que todavía no sabemos cómo nos están afectando: Internet, telefonía móvil… se hace muy difícil educar. Sin embargo, cada vez somos más conscientes del importante papel que juega el maestro en nuestra sociedad. Todavía no sabemos hacia dónde debe ir la educación. Pero sí sabemos que el fracaso escolar elevado es el fracaso de un país.

Por todo ello, ser profesor es contribuir al desarrollo de nuestra sociedad desde la base: los niños. Pero, ¿qué es lo que nos puede decidir a estudiar magisterio? Se trata de unos estudios universitarios con una demanda elevada y con diferentes especializaciones: Educación Física, Educación Primaria, Educación Infantil, Educación Musical y Educación Especial. La elección de la especialidad depende de las motivaciones de cada alumno, ya que todas ellas cuentan con muchas salidas profesionales.

¿Qué se necesita?

Para dedicarse a la enseñanza es recomendable disponer de paciencia, estudios y una buena formación cultural. No hay que olvidar que la autoridad, tan necesaria para transmitir conocimientos, puede venir del saber y también del saber estar. Transmitir un modo de ser y de pensar es tan importante como saber transmitir los conocimientos a los alumnos.

Enseñar a pensar es tan importante como ayudar a conseguir la disciplina necesaria para el estudio. Por ello es muy recomendable tener un carácter luchador, puesto que el profesor es quien debe dirigir toda el aula: las dotes de liderazgo le pueden servir de gran ayuda a este profesional. Una visión amplia y una gran curiosidad por todo lo que nos rodea son cualidades que también pueden hacer de alguien un buen transmisor de conocimientos. No olvidemos que debe saber motivar a los demás y ayudar a los más pequeños a abrir su propia ventana al mundo.

Motivaciones del maestro

¿Por qué convertirse en maestro? Muchas veces no sabemos por qué nos gusta lo que nos gusta. Sin embargo, en ello influyen diversos factores, como la personalidad y las experiencias vitales que hemos tenido. Por ejemplo, nos puede hacer decidir un buen profesor que nos deja un grato recuerdo o un padre o madre que también fue maestro y nos transmite su gusto por la profesión. De lo que no hay duda es que para ser maestro es muy recomendable tener una vocación que nos haga querer enseñar. Y es que no es una profesión fácil y las dificultades las superaremos mejor si tenemos una verdadera motivación detrás.

Salidas y alicientes

Las personas que se decantan por la carrera de magisterio suelen hacerlo porque quieren trabajar con niños, porque les gusta la enseñanza, porque desean realizar una especialidad concreta (y enseñar música o deportes). Un maestro en general encuentra gratificante el hecho de educar a niños pequeños. Transmitir cultura, guiar a los más jóvenes o mejorar la sociedad son algunos de los alicientes de la figura profesional del maestro. En cuanto a sus salidas profesionales, los maestros pueden optar por trabajar en el sector privado o en el público, ejerciendo de funcionarios.

© Laboris