La capacidad de trabajar bien en equipo es uno de los aspectos que más valoran las empresas en sus profesionales. Por ello, la creación de equipos de trabajo de alto rendimiento (EAR) se ha convertido en una prioridad para muchas organizaciones, pero ¿cómo se construyen?

El primer paso para crear un EAR, y uno de los más importantes, es la selección de los miembros: es fundamental que posean la formación técnica adecuada para cumplir con las tareas que se les encomendarán, que encajen emocionalmente con el resto y que se sientan motivados por el proyecto en el que se les propone participar.

Formación, emociones y motivación deben estar equilibradas. No basta con que los miembros del equipo posean una buena cualificación técnica, si no confían los unos en los otros las funciones y tareas de cada uno no se integrarán adecuadamente con las de los demás y no surgirán sinergias, se habrá creado un equipo disgregado.

Los equipos de alto rendimiento se caracterizan por lo contrario, están perfectamente cohesionados y eso les permite:

  • Cumplir con los objetivos con menos recursos humanos y materiales que otros equipos similares.
  • Tener creatividad suficiente para proponer mejoras en los procedimientos de trabajo a fin de innovar y gracias a ello alcanzar los resultados con un menor esfuerzo o lograr objetivos superiores a los previstos. Los EAR integran la innovación en su forma de hacer y constantemente proponen nuevas soluciones a viejos problemas.

Otro factor clave en la creación de un equipo de alto rendimiento radica en el talante de su líder. Debería ser una persona admirada por el resto del grupo por su ecuanimidad, capacidad técnica, calidad humana, capacidad de trabajo, empatía y apoyo continuo a los miembros del equipo.

Los líderes que se apoyan en discursos grandilocuentes y en su ego pueden conseguir buenos resultados a corto plazo, pero a la larga acaban desgastando al equipo.

Información elaborada por Montse Ramírez

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