La figura del autónomo permite iniciar una actividad empresarial cubriendo menos trámites legales que cualquier tipo de sociedad mercantil, pero también supone asumir unos riesgos que pueden afectar a sus bienes. Así, el trabajador autónomo es el titular de todo el beneficio que su trabajo genera, pero, por el contrario, también sufre un alto riesgo al no existir diferencias entre el patrimonio de la actividad empresarial y el patrimonio personal, llegando la implicación a los bienes de los cónyuges.

Una de las ventajas que más atractiva hace la consideración de trabajador autónomo es precisamente el concepto que le da sentido: la autonomía para tomar decisiones. Otra de las ventajas es disfrutar de unas obligaciones fiscales más sencillas que las que soportan las sociedades mercantiles. En el capítulo inversor, el autónomo no precisa acreditar un capital mínimo para iniciar su aventura empresarial ni es obligatoria la inscripción en registro alguno.

Distintos autónomos

La externalización de los servicios que han acometido en los últimos años muchas empresas ha fomentado la aparición de trabajadores autónomos muy heterogéneos.

El presidente de la Federación Nacional de Trabajadores Autónomos (ATA), Lorenzo Amor, recuerda que «junto al autónomo tradicional que trabaja de forma individual y se dedica a múltiples actividades, también conviven los que forman parte de una sociedad anónima o el autónomo dependiente que va a tener una protección jurídica específica».

Según esta asociación, hay 300.000 trabajadores autónomos dependientes que, generalmente, trabajan para un número muy reducido de empresas y cuyos ingresos dependen directamente de esta limitada cartera de clientes. Para el presidente de ATA, estos trabajadores son «emprendedores porque tienen la principal característica que es arriesgar como lo hace el transportista que compra su vehículo o el comercial que tiene que adelantar su dinero para poder trabajar».

Otra calificación merece para las organizaciones de trabajadores por cuenta propia el denominado «falso autónomo». Así, desde ATA se considera que las empresas que lo fomentan cometen «un fraude de ley» que sólo busca contar con un trabajador que, de hecho, tiene las mismas obligaciones que un empleado pero no sus derechos, ya que el empresario se ahorra las cotizaciones y puede poner fin a la relación laboral en cualquier momento sin pagar indemnización alguna.

Los dos primeros años

La dificultad a la que se enfrenta este tipo de empresario se refleja en las cifras de 2005 cuando se crearon 377.000 empresas en España, de las que 250.000 terminaron cerrando.

Para las organizaciones de trabajadores por cuenta propia, los dos primeros años son los más complicados. «El trabajo del autónomo hay que consolidarlo y apoyarlo, esa es una de las asignaturas pendientes que tenemos», recalca Lorenzo Amor.

Pero muchos autónomos consiguen superar un comienzo difícil y su prosperidad se empieza a traducir en la contratación de trabajadores por cuenta ajena. El 49 por ciento de los autónomos tiene empleados a su cargo, aunque de ellos el 90 por ciento tiene menos de cinco trabajadores.

La capacidad para crear empleo que tiene este tipo de empresario dio un salto importante en 2006 cuando 61.000 autónomos pudieron crear empleo. Por sectores, 75 de cada 100 autónomos dados de alta a lo largo de 2006 se concentraron en el sector servicios, por delante de la construcción, que llegó al 15,1 por ciento, y la industria, que empleó a seis de cada 100 autónomos.

Efectos del Estatuto del Autónomo

El Ministerio de Trabajo podría incluir en el Estatuto del Autónomo, actualmente en trámite parlamentario, la posibilidad de que los trabajadores por cuenta propia puedan contratar a hijos y familiares para el negocio.

La medida es uno de los puntos irrenunciables para las organizaciones de autónomos y «una discriminación sin sentido» para Lorenzo Amor, presidente de ATA, que asegura que, hasta ahora, «para un autónomo ha sido más rentable contratar a un extraño que a un propio hijo».

Desde la organización de autónomos se pone como ejemplo práctico para ilustrar esta afirmación a la Comunidad Autónoma de Andalucía, que concede a los trabajadores por cuenta propia una subvención de 6.000 euros por la contratación de un empleado, pero excluye de la ayuda a los hijos de los autónomos.

La otra posibilidad que se baraja es que estos familiares contratados se encuadren en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos con una reducción en sus cotizaciones. Ambas opciones podrían ser incluidas finalmente en el Estatuto del Autónomo, que actualmente se encuentra en fase de enmiendas en la Comisión de Trabajo del Congreso de los Diputados.

Si el Estatuto del Autónomo reconoce este derecho, los trabajadores por cuenta propia que contraten a familiares podrán acceder a subvenciones públicas.

Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), correspondientes al cuarto trimestre de 2006, cifran en 260.000 personas los familiares de autónomos que no trabajan de manera regular y que no cotizan a la Seguridad Social.

© Laboris