Los tatuajes son arte en la piel. El tatuador es un dibujante que plasma su creación con una obra que dura para siempre. Aunque sin duda, a la perdurabilidad del tatoo se le añade una condición evidente en la que no siempre nos fijamos: se trata de una obra de arte viva. Así es, el tatuaje queda para siempre ligado a un cuerpo, que lo esconde o lo exhibe –dependiendo de la zona elegida-. Un cuerpo que evoluciona, en el que se va plasmando el paso del tiempo. 

Los amantes del tatoo saben que lo suyo tiene mucho que ver con el tiempo, con apostar con él, por la permanencia. Y es que esta es la duda que siempre expresan aquellos que piensan en tatuarse pero no se acaban de decidir a hacerlo: ¿Y si luego me canso de él? Si uno se cansa de un tatuaje es posible borrarlo, ya hace tiempo que pasó a la historia la anécdota de Johnny Depp y su “Winona Forever”, que después de la ruptura de la pareja se transformó en Wino Forever» (Borracho para siempre). Sin embargo, borrar un tatuaje es una opción poco frecuente. Precisamente las personas que se deciden por el tatoo lo hacen, además de impulsadas por la moda, por el deseo de permanencia.

Y es que un tatuaje no es fácil. Requiere pasar por un cierto dolor físico, cuidar luego la piel evitando que se infecte, aplicar una crema anticicatrizante y, si se hace en verano –lo que se desaconseja- alejarse por una buena temporada del sol y de la playa. Sin duda, la persona que se decide a tatuarse considera que llevar un tatuaje es toda una seña de identidad, una muestra de un tránsito por el que no todos se atreven a pasar. Una marca para toda la vida. Arte sobre la piel.