Actualmente los equipos gerenciales dedican gran parte de su atención gerencial a resolver diferentes tipos de retos y desafíos en sus organizaciones. Algunos ejemplos de retos clásicos son:

La presión que se genera entre reducir el precio de venta para ganar el negocio y mantenerlo para proteger los márgenes.

La presión que se genera entre cambiar constantemente el programa de producción para poder reaccionar a las exigencias del mercado y mantenerlo para poder usar efectivamente los recursos disponibles.

La presión que se genera entre aumentar los niveles de inventario para poder asegurar la disponibilidad y reducirlos para poder controlar los costos y la inversión

La presión que se genera entre hacer cambios de última hora en el proyecto para satisfacer mejor al cliente y evitar cambios de última hora para proteger la estabilidad del flujo

Situaciones como éstas consumen prácticamente toda la atención gerencial. Normalmente, las decisiones y acciones específicas que se toman para resolver ese tipo de situaciones resultan en compromisos que amenazan la estabilidad y/o el crecimiento de la organización y por lo tanto lastiman frecuentemente la armonía que debe existir en las relaciones interpersonales entre las diferentes áreas y funciones.