Geoposicionamiento es una palabra de moda en estos tiempos pero, ¿qué significa realmente? La tendencia de los dispositivos y aplicaciones que se utilizan hoy en día es la conexión permanente a internet y su geolocalización, el “Internet de las cosas”, ya no es algo del futuro sino del presente. Esa localización se consigue mediante el geoposicionamiento a través de dispositivos o placas de navegación GNSS.

Un ejemplo básico son las aplicaciones de delivery, donde podemos introducir la dirección de entrega mediante la ubicación actual (geolocalización de entrega) y podemos hacer un seguimiento del vehículo que hace la entrega, que dispone de un dispositivo de seguimiento (navegación GNSS). Esto que resulta más o menos sencillo, al tratarse de una localización a nivel métrico, no se necesita mayor precisión en este tipo de aplicaciones (coche, teléfono, ordenador), se complica de manera exponencial al trasladarlo al ámbito de la ingeniería y la edificación BIM.

La precisión requerida en la captura de datos, para su posterior modelado, es de centímetros y ya no se utilizan dispositivos aislados, sino redes de posicionamiento permanentes con sistemas de telecomunicaciones complejos.

Estos conocimientos son trasversales en cualquier área de la ingeniería y el modelado BIM, pues se necesitan nubes de puntos georreferenciadas para el modelado de los distintos elementos con los que se trabajan. Desde piezas de aviones, automóviles, barcos, maquinaría industrial hasta modelos de infraestructuras (carreteras, ferrocarriles), edificios, torres de comunicación y eléctricas, etc.