La «Monarquía de España» constituyó la más formidable organización de poder de la Europa de los siglos XVI y XVII. Admirada y combatida al propio tiempo ya desde el momento de su gestación, la monarquía marcaría la agenda política europea entre 1500 y 1660. La dinámica política por ella impulsada fue un factor decisivo en la configuración del mapa político de la Europa moderna. Como lo sería también su capacidad para elaborar y articular una cultura propia de proyección no menos europea. Convertida por la Ilustración europea en nuevo y moderno paradigma de «decadencia. Esta perspectiva acabaría configurando a la larga su percepción desde el exterior y determinando su posición en el contexto de la historia y de la historiografía europea. Como la leyenda que empezaba a pesar sobre ella, la monarquía devino un retrato en negro de la modernidad política europea, una caracterización que sólo recientemente ha comenzado a ser modificada. Sobre la lectura en términos de «decadencia» se solapa ahora una mirada en clave de «globalización». La monarquía se ofrece como paradigma del primer «imperio global» de la modernidad europea, como la entidad que de Sicilia a Perú llevó a cabo una primera “mundialización ibérica”. Ese enorme espacio imperial, con su compleja articulación interior y su entramado intercultural, constituye un laboratorio político no exento de interés para nuestra contemporaneidad.