Pese a los avances en el ámbito social, hoy en día muchos menores continúan sufriendo desamparo y situaciones de riesgo, debido a sus circunstancias personales, familiares y sociales. Por tanto, es imprescindible sentar las bases para que la intervención educativa que se haga al respecto sea la adecuada. De lo contrario, no será factible proporcionarles el bienestar que precisan; y esto redundará negativamente sobre su desarrollo físico y psicológico.

Dicha intervención educativa se realiza en los distintos centros de menores existentes en nuestro país, en los que los técnicos valoran los distintos casos a estudio de cara a poder actuar en consecuencia y proponer las soluciones más adecuadas a cada situación, apoyando tanto a los menores como a sus familias, y buscando y encontrando junto a ellos las mejores alternativas, que pueden traducirse, por ejemplo, en acogimientos residenciales o familiares o, en casos más extremos, en adopciones.