Desde un enfoque de derechos, es posible aspirar a una comunidad de aprendizaje con actores partícipes y protagónicos en todas las etapas de desarrollo humano, ateniendo las particularidades y necesidades específicas de las distintas etapas. Construir comunidades educativas con actores pedagógicos que reconozcan su condición de garantes de derechos y promotores de procesos transformativos (Gravett, 2004; Ránciere, 2003); con estudiantes que se reconozcan como actores protagónicos de estos procesos; y con instituciones que reconozcan la complejidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje en el siglo XXI (Morin, 1999; Maturana, 1990), es el desafío que nos interesa asumir.



Sobre esta base, reconocemos la necesidad de fortalecer y propiciar prácticas pedagógicas innovadoras, favorables al ejercicio de prácticas democráticas, al respeto de las diferencias y la aceptación de la diversidad; Diversas evidencias señalan que una convivencia escolar fundada en principios y valores democráticos contribuye significativamente al mejoramiento de las relaciones interpersonales y también al logro de todos los objetivos de la institución, incluyendo los académicos. Una convivencia democrática supone también disposiciones emocionales y estados de ánimo favorables al respeto y el cuidado entre los distintos actores de la comunidad educativa, como contextos proclives al aprendizaje. El Diplomado en Liderazgo Pedagógico y Convivencia Escolar ofrece un espacio de aprendizaje para el desarrollo de competencias y disposiciones favorables a: la cooperación y la participación activa de los distintos actores en los procesos de aprendizaje y toma de decisiones; el abordaje y resolución no violenta de conflictos; la dirección y articulación de docentes, estudiantes, padres y apoderados en torno al proyecto educativo; y el desarrollo de estrategias pedagógicas innovadoras y creativas en docentes, directivos y actores vinculados al ámbito de la educación formal y no formal.