Hablar de Literatura suele llevarnos al tema de la ficción, el entretenimiento o la imaginación. Un texto narrativo, poético o dramático suele contar con una gran aceptación social por un pequeño detalle: es entretenido, un requisito que no siempre se cumple en la mayoría de obras clásicas o universales. Es decir, no se trata de darle confort al lector, sino de llevarlo a un lugar límite. La Literatura no busca entretener: busca confrontar, incomodar, sacudir o abordar en un contexto narrativo, poético y dramático los problemas claves de la condición humana. Esto es: hablar de las pasiones inefables, de las conversiones conflictivas, de las teratologías morales y de las intensidades contingentes. El curso se justifica porque apunta a una de las razones no explícitas por las cuales un individuo lee una novela, un cuento o un poema: encontrar con mayor profundidad cierto tipo de preguntas acerca de la condición humana en un sentido trágico o cómico. En la Literatura suele explorarse, bajo estas circunstancias existenciales, los temas que giran en torno a lo monstruoso, los estados más singulares de la lucidez (o la locura) y los dolorosos procesos de purificación por los que tiene que pasar un converso.