En verano es el momento en que, por fin, nos dejamos llevar de verdad. Es un tiempo para dedicarnos totalmente al ocio, a hacer aquello que nos gusta por el simple placer de hacerlo. Tenemos vacaciones y nada puede impedir que nos entren ganas de explorar nuevas posibilidades. Por ejemplo, aprender a tocar el piano o a bailar el tango, a navegar en un velero o a leer las estrellas. ¿Por qué no? Es tiempo libre, déjate llevar por tu música interior.

¿Por qué dejamos siempre el placer para el final? No importa, porque el final ha llegado. Las vacaciones son para eso: parase y hacer lo que realmente nos apetece. Y, muchas veces, lo que queremos es aprender cosas nuevas, probar con actividades distintas, dejarnos llevar hacia nuevos puertos.

Además de ir a la playa o a la piscina, de hacer excursiones a la montaña y planear viajes, esta época es perfecta para apuntarse a un curso intensivo. Mejorar en nuestra profesión, atrevernos con un nuevo hobby o un nuevo idioma, lanzarnos a lo desconocido. Clases de cocina tradicional o exótica, de cocina sin fuego, cursos intensivos de francés o de árabe, unas clases de danza del vientre o la preparación que necesitas para empezar a hacer submarinismo. Por alguna razón, al relajarnos nos vienen a la cabeza todas aquellas cosas que siempre hemos querido hacer.

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Sacarse el carné de conducir, irse al extranjero a aprender una lengua o apuntarse a un intensivo de tango o de japonés, de ruso, francés, alemán… ¿Nos vamos o nos quedamos? Tanto da, bien en casa, bien si salimos de vacaciones, encontraremos cursos para todos los gustos. El verano es largo y da para mucho: trabajar, estudiar, viajar… lo bueno del tiempo de ocio es que no hay obligaciones: hacemos lo que más nos conviene. Leer, escuchar música, practicar un deporte. Y, por qué no, apuntarse a ese curso de escritura creativa que tanto apetece. O empezar a tocar la guitarra después de tanto tiempo pensando en decidirte. El tiempo libre es, sin duda, un tiempo que nos dedicamos a nosotros mismos. Por eso es una ocasión perfecta para escuchar nuestras necesidades, para conocernos mejor. Algunas actividades como el yoga, el tai chi, el reiki y la musicología nos ayudan a escuchar nuestra música interior y disfrutar de ella cada día más y mejor.

Dejar atrás la rutina y las obligaciones nos ofrece una parcela de libertad en la que no por ello debemos permanecer pasivos. Al contrario. Es el momento de pensar y actuar. De explorar lo que de verdad nos llena de entusiasmo. De dar rienda suelta a nuestra creatividad. Porque el ocio también se planifica y también resulta muy útil. Así, cuando volvamos a nuestras obligaciones cotidianas, sabremos un poco más sobre nosotros mismos: lo que nos importa, lo que nos mueve. Y eso es algo que no tiene precio.