Por Miquel Bonet

Profesor, abogado, autor de “Búscate la vida”

Durante siglos, los catalanes hemos disfrutado del reconocimiento universal como comerciantes, diríamos que es una competencia heredada por generaciones y que además nos ha gustado a la mayoría, eso de comprar y vender, que no es otra cosa que tratar de satisfacer las necesidades de otros.

Como hijo de comerciante, he podido experimentar esta sensación desde antes de cumplir mis 10 años y además en el mejor lugar de aprendizaje, que no es otro que el mercado, lugar de culto para mí y que no dejo nunca de visitarlos en mis frecuentes viajes africanos y orientales.

Actualmente el mundo sigue siendo el mayor bazar, gracias a la globalización y a que se nos ha hecho más redondo-cercano- y más pequeño-rápido-, gracias a internet esto funciona así, y todo el mundo debería entenderlo, pero, mi pequeño país, curiosamente sigue caminando dos pasos por detrás de la realidad y está a punto de descolgarse de este merecido prestigio comercial, me explicaré.

Para no sonrojarme evito referirme al innombrable número de parados pero curiosamente y según datos de gente que profesionalmente se dedica a cubrir ofertas de trabajo, faltan más de 16.000 comerciales sólo en Catalunya, y eso, a pesar de la eterna lucha de los colegios profesionales y colectivos afines, relacionados con la venta ; yo mismo fui testigo y promotor de la iniciativa del Club de Dirigentes de Ventas (hoy de Marketing) de Barcelona, y de eso sólo hace 40 años, para conseguir un reconocimiento universitario de la Carrera de Ventas, al estilo de lo que existe en EEUU y Europa.

Es triste pero ser comercial igual que ser “empresario” no está de moda y se está perdiendo esta tradición que formaba parte del ADN de mi tierra. Y ¿saben quienes han tomado el relevo? Pues los inmigrantes, especialmente árabes, chinos y sudamericanos, todos ellos, procedentes de culturas abiertas y expertas en eso que llamamos la comercialización de productos y servicios.

Mientras aquí, nos empeñamos en discutir la idoneidad de la formación profesional ó seguimos buscándonos el ombligo con el tema de los horarios comerciales y poniendo barreras al desierto, por razones políticas y seguramente influidas por un sistema educativo paternalista y nada eficiente, otra gente, que obviamente no tiene nada que perder, está funcionando porque quieren simplemente sobrevivir y prosperar lejos de su país de origen, ya se han enterado de que cada fin de semana llegan a Barcelona miles de cruceristas al año.

¿Dónde está el truco? Para mí, poco tiene que ver con el talento o la formación académica, aunque me dedique a eso, porque se trata únicamente de valores y de actitud. Según Lang Lang, virtuoso pianista, los chinos fracasaron en su modelo de “comunismo maoísta”, porque desde hace más de 5.000 años, su filosofía de vida descansa sobre dos pilares: el trabajo y el esfuerzo, mientras aquí hace menos de cinco años, nos estábamos planteando trabajar menos y tener un banco, un ambulatorio, el metro, Ave y autopistas gratis y todo al lado de casa, aspirando al mejor estado del bienestar del mundo.

¿Y quién paga todo eso? Cuando nadie quiere esforzarse, ni siquiera, en buscarse trabajo en el pueblo de al lado, pues hasta el paro se cobra por internet, se pasan grados académicos con asignaturas suspendidas y todo el mundo hace masters en un país que tiene más universidades, coches oficiales, kilómetros de AVE y funcionarios que nadie.

Vender significa, estar disponible al consumidor y tratar de convencer a alguien de la bondad de un producto o servicio nada más que eso, se trata de tener donde elegir las 24 horas del día, entonces, ¿Por qué ponemos trabas, al esfuerzo y la creatividad personal, imponiendo horarios comerciales?, ¿por qué desprestigiamos la profesión comercial y la emprendeduría? ¿Por qué nos perdemos la relación emocional que significa conocer, hablar y tratar con la gente? que es el mejor “master de experiencia”. Supongo que aún estamos a tiempo pero más vale que incentivemos a nuestros hijos para que sean autosuficientes y sepan vender lo que han aprendido porque ya no hay plazas para funcionarios.