La formación universitaria es sólo la punta del iceberg de la carrera profesional del estudiante. Detrás de ella hay una minuciosa tarea de búsqueda y análisis que permitirá en un futuro contar con una base laboral consolidada.

Y es que los estudios universitarios no vienen con un puesto de trabajo de regalo como si de un pack de oferta se tratara. Hay que buscarlo. No obstante, en una época donde la competitividad es cada vez mayor, la formación y la especialización constituyen un gran valor añadido que puede facilitar el acceso al mercado laboral. La cuestión es, en este caso, encontrar un puesto relacionado con los estudios cursados.

Según el último Observatorio de Inserción Laboral de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y la Acreditación (ANECA), «los graduados españoles presentan un nivel moderado de satisfacción con el trabajo». Al menos, así es si se compara con la situación de los titulados de otros países europeos.

En el caso español, los universitarios más satisfechos con su trabajo son los que han cursado estudios de Educación, Derecho y Ciencias de la Salud. No obstante, ANECA subraya que «estos niveles de satisfacción global vienen motivados por diversos factores, no siempre coincidentes entre ramas o dentro de un mismo grupo de titulaciones afines».

Valores claros

La satisfacción del universitario en el mundo laboral depende de determinados aspectos. Entre los que más valor adquieren, se encuentran tanto la estabilidad laboral como la motivación y el desarrollo profesional.

Las carencias están protagonizadas, sin embargo, por el tiempo libre. Y es que, según ANECA, la falta de tiempo, junto con las perspectivas profesionales y los ingresos, constituyen las grandes carencias del titulado en el mundo profesional.

Profesionales flexibles

El Observatorio de ANECA también se hace eco de la satisfacción del titulado respecto a las funciones que desempeña. En este caso, ésta es mayor cuanto más relación tenga la actividad con los estudios cursados.

No obstante, resalta la figura de un trabajador con unas expectativas de futuro cada vez más prometedoras. Se trata del «profesional flexible», es decir, aquél que adapta sus expectativas a las de la empresa, ampliando si es necesario sus conocimientos y habilidades.

Ten claro a qué te quieres dedicar

Definir el futuro laboral es una de las claves para saber por dónde debes buscar trabajo. Por ello, además de centrarte en tus estudios, debes pararte a reflexionar y analizar qué te interesa, cuáles son tus cualidades y defectos y averiguar con qué habilidades y carencias cuentas. Es decir, se trata de poner en común tus expectativas profesionales con las necesidades personales para dar con la salida profesional adecuada.

De esta forma podrás saber «si te gusta más un sector u otro, en qué tipo de estructura quieres trabajar y por qué», señala la Fundación Universidad-Empresa en su ‘Guía de las empresas que ofrecen empleo 2006-2007’. Todo ello salpicado siempre de realismo, ya que ante todo hay que crear expectativas que se puedan alcanzar.

Análisis en profundidad

Es muy importante hacer un análisis exhaustivo del sector en el que quieras moverte profesionalmente. En este caso, instituciones como las Cámaras de Comercio, las asociaciones profesionales y, entre muchos otros, la prensa especializada pueden servirte de guía.

Una vez hecha la radiografía laboral del sector que te interesa, conviene determinar el área en que quieres trabajar (administración, ventas y marketing, comunicación y relaciones públicas, etc.).

Conócete a ti mismo

Ya lo dijo Sócrates: ‘Conócete a ti mismo’. Y debes hacerlo en todos los terrenos, incluso en el laboral. Para ello, la Fundación Universidad-Empresa plantea en su guía una serie de cuestiones clave para dar con el trabajo que mejor se adapta a las necesidades del buscador de empleo:

  • Formación con la que cuentas.
  • Conocimientos ajenos a los estudios cursados.
  • Actividades extraescolares, de voluntariado, sociales, científicas, deportivas y culturales que el estudiante ha realizado.
  • Prácticas realizadas.
  • Trabajos esporádicos desempeñados.
  • Estancias en el extranjero.
  • Títulos, certificados, etc.
  • Análisis de las habilidades más importantes del titulado, que pueden ser de tres tipos: generales (capacidad verbal, analítica, conceptual y de síntesis, la creatividad, etc.), personales (capacidad de planificación y organización, la resolución de problemas o la gestión del tiempo) e interpersonales (facilidad de comunicación, el trabajo en equipo, etc.).

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