El mobbing o psicoterror laboral es un término cada vez más presente en nuestro entorno de trabajo y que define un tipo de acoso cuyo principal problema está en el hecho que sus víctimas no son conscientes de que lo padecen hasta que es demasiado tarde para encontrar una solución. Llevar a cabo un estudio de los síntomas y las consecuencias del mobbing nos puede conducir al descubrimiento de dichos padecimientos como propios, además de la búsqueda de una salida de la empresa antes de que sintamos demasiado minada nuestra autoestima o que, incluso, nos veamos apartados del entorno laboral por una baja permanente.

Pese a estar en boca de todos últimamente, el mobbing ya tiene una larga existencia, pero hasta hace pocos años no se comenzó a definir esta enfermedad laboral que ha causado estragos en numerosos trabajadores. Fue el psicólogo sueco Heinz Leymann quien acuñó el término durante los años 80 y lo definió como el empleo de una violencia psicológica extrema, de forma sistemática y prolongada en el tiempo (con un mínimo de seis meses) sobre otra persona en el lugar de trabajo.

Leymann acompañó esta definición con la descripción de un total de 45 comportamientos hostigadores que, generalmente, aparecen en forma de acciones contra la reputación o la dignidad, contra el ejercicio del trabajo, con la manipulación de la comunicación o la información y con acciones de gran injusticia.

Ver sus síntomas

Existen una serie de factores que son comunes en los casos de mobbing, y a partir de los cuales podemos descubrir si estamos siendo acosados psicológicamente en nuestro puesto de trabajo. Estos factores comunes, ejecutados de forma oculta y subrepticia, consiguen aislar o incomunicar a la víctima respecto a sus compañeros, hacerle sentirse invisible y criticar sistemáticamente su trabajo de forma malintencionada.

La víctima del mobbing puede ser atacada a través de medidas organizacionales: puede ver restringidas sus posibilidades de hablar, se le cambia de ubicación y se le separa de sus compañeros, a éstos se les prohíbe hablar con la víctima, se juzga su desempeño de manera ofensiva, se cuestionan sus decisiones, no se le asignan tareas o incluso las que se le asignan no tienen sentido, están muy por debajo de sus capacidades y son degradantes.
Cabe la posibilidad que la víctima se vea sometida a ataques a su vida privada por medio de críticas permanentes, terror telefónico, que se le haga parecer estúpido, que se de a entender que tiene problemas psicológicos o bien mofarse de sus capacidades y de su vida personal. La violencia física (amenazas o uso de violencia menor), los ataques a las actitudes y creencias de la víctima, las agresiones verbales (gritos, insultos, amenazas) y los rumores terminan de completar el cuadro de acoso al que se ven sometidas las víctimas del mobbing en su puesto de trabajo.

Encontrar soluciones

Tomar conciencia del daño al que estamos siendo sometidos es el primer paso para solucionar todo un calvario que no tiene porqué continuar. ?ste es un paso importante ya que el acosador laboral basa gran parte de su fuerza en el desconocimiento por parte del acosado hasta que ya es demasiado tarde y éste tiene pocas posibilidades de defenderse.

Una vez que somos conscientes del acoso al que nos someten, tenemos que reunir pruebas (documentos, testigos o certificados médicos) porque el mobbing parte de pequeños actos que, aunque individualmente no signifiquen nada, unidos generan un importante ataque. Con pruebas en nuestro poder, el siguiente paso será denunciar la situación ante el médico de la empresa, un inspector de trabajo y la Seguridad Social, intentando que se reconozca el acoso como un accidente de trabajo. A continuación, denunciaremos los hechos ante las organizaciones sindicales y ante el comité de empresa. Para todo ello, es muy importante buscar el apoyo de otras personas que hayan pasado por este mismo trance, de este modo no nos sentiremos solos en esta parte del proceso.

Qué dice la legislación

El mobbing es un problema que ya ha sido detectado en otros países europeos. En Suecia, Italia y Alemania, este tipo de acoso laboral es considerado delito y algunas empresas han redactado normas para acabar con los ataques. En el caso de España, su Estatuto de Trabajadores no condena expresamente el acoso laboral, pese a que el sexual sí que se prohíbe. No obstante, el grupo parlamentario socialista ha solicitado que el mobbing sea declarado enfermedad laboral.

En nuestro país, y según el Informe Cisneros II sobre violencia en el entorno laboral, realizado por el profesor Iñaki Piñuel de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), uno de cada tres trabajadores en activo reconoce que sufre o que ha padecido en alguna ocasión maltratos psicológicos durante su vida laboral. El estudio saca sus conclusiones de una encuesta realizada a 2.500 trabajadores en activo de todos los sectores en la Comunidad de Madrid, Alcalá de Henares y Guadalajara. Ante la pregunta de si han sido víctimas de maltratos verbales o modales a lo largo de su vida laboral, un 33,7% reconoce haberlos padecido.

Un 70% de los consultados aseguró que los maltratos se producen desde hace un mínimo de dos años. La principal conclusión del estudio es que el mobbing es un problema emergente y que el 45% de los trabajadores asegura haber sido testigo de casos de maltratos. Conscientes de los problemas que el mobbing puede generar en su economía, los gobiernos de muchos países intentan encontrar soluciones de control hacia quienes practican este tipo de acoso.

Entre los problemas a los que se enfrentan los países, a corto y medio plazo, figura la erosión de la actividad de las empresas, que queda patente en la reducción de la calidad del producto final, la disminución de los clientes y el aumento del gasto dedicado a bajas laborales, jubilaciones, incapacidades y recursos sanitarios.

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