Se acaban las vacaciones y se impone la vuelta a la normalidad. Con todas sus cosas buenas y las malas, regresa la rutina a nuestras vidas. Reemprendemos la actividad normal ahí donde la habíamos dejado al partir de vacaciones. Tal vez habíamos escapado de ella pero, ahora, lo más importante es encontrarle la gracia a la costumbre. Retomar el trabajo o los estudios. Regresar, en fin, felices de poder hacerlo.

Es tiempo que comprar libros y material escolar, de volver al trabajo o al oficio de buscar trabajo. Tiempo de volver a estudiar. O de empezar una carrera o un máster. Y es que, en septiembre, todo parece empezar de nuevo. Sin embargo, dejar atrás un período en el que casi no tuvimos más obligación que pasarlo bien, no resulta fácil. No son pocos los que se entristecen al final del verano. De modo que cada vez se habla más de un síndrome que pudo existir desde que se inventó el ocio: el síndrome post-vacacional.

El síndrome post-vacacional
Según explican los psicólogos, el desajuste horario, los cambios en el ritmo diario, las modificaciones de la dieta y la diferente actividad social son las principales causas principales del estrés de la vuelta al trabajo. Aunque en algunos casos es recomendable acudir al médico, la mayoría de españoles se adapta a los nuevos ritmos en muy pocos días. El estrés desaparece y el equilibrio se reestablece. Con todo, en estos momentos, resulta esencial aplicar un enfoque positivo. Ahora más que nunca, debemos esforzarnos por mirar lo bueno de la situación: ver el vaso medio lleno.

Remedios y recetas
De todos modos, contra la depresión y el estrés del final del período de descanso, lo mejor es prevenir. Los cambios bruscos nos afectan en mayor medida que los paulatinos. Así, los expertos recomiendan que la vuelta a la rutina se haga de forma progresiva. Por ejemplo, volver de un viaje unos días antes de empezar a trabajar. No tomar todas las responsabilidades de golpe. Otro factor que puede sernos de mucha utilidad es contar con aficiones de las que podamos disfrutar a lo largo de todo el año. Y es que, si toda nuestra felicidad la centramos en el verano, el resto del año va a ser una constante espera llena de quejas, y ese objetivo no nos permitirá disfrutar de todo lo bueno que tenemos a nuestro alcance aunque no estemos de vacaciones.

Organización del tiempo
Una receta muy práctica en el ámbito laboral son las agendas y la buena organización de tareas. Coordinar bien nuestro día a día nos permite huir del caos vital y de la angustia al poder alcanzar todas las metas sin exigirnos de antemano más de lo que somos capaces de hacer en una jornada. Además, resulta gratificante equilibrar los ratos de ocio con las obligaciones. Finalmente, hay algo que no hay que perder de vista: mantener y alimentar las relaciones personales y las aficiones implica una gran inversión de tiempo, pero nos gratifica también enormemente.

Nuevas perspectivas
El final de las vacaciones de verano es casi siempre el inicio de una nueva etapa. Esto es especialmente cierto para las personas que están estudiando. Para ellas, septiembre y octubre son meses de exámenes, de inicio de nuevos cursos, de estreno de un ciclo. Se trata del momento en el que se empiezan a plasmar en la realidad los planes que se hicieron en la primavera. La oferta de nuevos cursos en centros y en universidades está en pleno apogeo. Y todo está a punto de empezar. Se vuelve además con las fuerzas renovadas y, tal vez, con ideas frescas surgidas de los momentos de relajación y descanso. Ahora es el momento de poner la maquinaria en marcha.