El técnico en montaje y posproducción es el profesional que recibe todo el material en bruto producido durante un rodaje de cine, televisión o vídeo y lo trata para dar forma al producto definitivo. Su trabajo consiste en:
Algunos de los spots televisivos más impactantes que podemos ver actualmente se han construido con materiales de fuentes muy diversas: dos o tres rodajes diferentes, imágenes generadas por ordenador, efectos especiales, múltiples «capas» que el montador hace confluir posteriormente en una sola.
Hasta hace pocos años, el proceso de montaje se hacía aún de manera artesanal, trabajando directamente sobre el soporte físico. Pero este sistema está quedando definitivamente arrinconado por equipos informáticos.
¿Qué formación necesitan?
Este profesional ha de tener conocimientos teóricos (teoría del montaje, análisis cinematográfico, lenguaje y narrativa audiovisual…) y técnicos. Los equipos que se utilizan actualmente en el sector van desde un estándar de edición off line como Avid hasta sistemas de gama alta para edición on line como Inferno y Editbox (dos equipos que pueden costar entre 500.000 y 900.000 euros), pasando por softwares de posproducción como Adobe Premiere, Final Cut o el español Jaleo.
La mayoría de los montadores obtienen la formación necesaria en escuelas privadas de imagen o en las grandes escuelas de cinematografía, pero muchos llegan a estos centros desde estudios relacionados con el sector: imagen, diseño, bellas artes, comunicación audiovisual…
¿Qué cualidades deben reunir?
Además de ser una persona muy creativa y con criterio estético, el montador debe ser un profesional ágil, rápido y capaz de dar respuestas imaginativas a las necesidades del cliente final, muy especialmente si trabaja en el mundo de la publicidad.
¿Qué perspectivas profesionales tienen?
Las salidas más habituales para los montadores son:
Un montador capaz de sacar el máximo rendimiento a una máquina tan cara como Inferno o Editbox puede ganar cantidades muy importantes. Pero la mayoría de empresas no trabajan con estos equipos de «superlujo», sino con otros más asequibles. Los anuncios espectaculares y las películas con derroche de efectos son, en realidad, una parte mínima del volumen de negocio que genera el sector audiovisual en España.
© Laboris
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