Las ayudas a la formación no sólo son esenciales en momentos de crisis. Siempre hay que contar con una inversión en formación continua. Este esfuerzo es un objetivo importante tanto para la administración pública como para la empresa privada. Y es que el capital de una empresa también está en el nivel educativo de sus empleados.

Toda compañía desea aprovechar al máximo su capital humano. Sin embargo, a veces la formación de los empleados se deja en un segundo plano. Este es un error de planificación, puesto que descuidar la actualización de los trabajadores puede conducir a que un negocio se quede anclado en modelos del pasado.

Desarrollo personal y profesional
Para estar a la última es necesario que cada trabajador pueda sacar lo mejor de sí. Que siga aprendiendo mientras trabaja. Mejorar el conocimiento de idiomas extranjeros, aprender herramientas informáticas, desarrollar nuevas aptitudes en el campo de la negociación o la comunicación es esencial en el día a día de un equipo de trabajo.

Así, toda formación continuada de los empleados se convierte en mejoras de futuro para la empresa y, además, para todo el país. Y una ciudadanía bien preparada es capaz de atraer también la inversión extranjera. ¿Quién duda que hay que invertir en formación?

La formación es empleo
La Formación Profesional genera empleo. Y resulta esencial tanto para los trabajadores ocupados como para los desempleados. En cada caso existe una formación capaz de mejorar la economía particular y colectiva.

La clave de la formación subvencionada se encuentra en la riqueza del conocimiento. Así, se invierte en mejorar la capacitación profesional y el desarrollo personal de los ciudadanos. Todo ello hace a las empresas más productivas y competitivas. Todas las pymes y las grandes empresas pueden beneficiarse de las subvenciones a la formación de la Fundación Tripartita y el Fondo Social Europeo.

Estado, empresa y sindicatos
La Fundación Tripartita para la Formación en el Empleo pertenece al Sector Público Estatal. Se trata del resultado de la colaboración entre la Administración Pública y las organizaciones empresariales y sindicales más representativas del Estado.

Sus recursos para apoyar a la formación continua provienen de la propia recaudación de la cuota de formación profesional que realiza la Seguridad Social, así como de las ayudas del Fondo Social Europeo y de las aportaciones específicas del Servicio Público de Empleo Estatal.

Calidad de vida
El principal objetivo de la formación subvencionada es ayudar a los ciudadanos a adaptarse para el empleo. Sin embargo, esta protección a la enseñanza va mucho más allá. Quiere ser una importante contribución a la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos. Asimismo, fomentando el empleo, propicia la cohesión económica y social.

Oportunidad empresarial
Los créditos para formación que se asignan a las empresas según su número de trabajadores dan lugar a la formación bonificada. No todos los empresarios aprovechan esta oportunidad. Los que lo hacen pueden luego deducir el coste de la formación de sus impuestos. Se trata de buscar un desarrollo de la corporación por una vía que no es rápida pero sí eficaz: preparar bien a sus empleados. Este tipo de enseñanza subvencionada se ajusta a las necesidades de la empresa, a sus horarios, y respeta las obligaciones del trabajador. Se trata de potenciar la competitividad de las empresas apostando por el perfeccionamiento de uno de sus principales activos: su equipo humano.