Tener un trabajo es sinónimo de estabilidad, de seguridad, de bienestar. Es como tener un seguro de vida, es como oro en paño hoy en día. No obstante, no hay que conservarlo a cualquier precio. ¿Es una locura el pensar en cambiar de trabajo? Quizás la mayoría de gente pueda pensar eso ya que se sienten privilegiados por tener esa suerte en esta época de incertidumbre económica en la que vivimos. Es cierto que el mercado laboral no atraviesa su mejor momento y que la tasa de paro (sobretodo el juvenil) es alarmante, y muchos profesionales cualificados no se plantean la idea de cambiar de empresa aunque no les satisfaga el sueldo, la política empresarial o el  trabajo que desempeñan. No obstante, no todo es catástrofe.

En el trabajo invertimos muchas horas semanales (40,50,60…) y el despacho, oficina o planta es el lugar donde más tiempo pasamos, consumiendo nuestra energía y nuestros compañeros son las caras que más vemos a lo largo de la semana. Viendo esto, hay que plantearse algunas preguntas: ¿Estás contento con tu día a día o tu rutina laboral? ¿Te llena la labor que desempeñas? Si la respuesta es NO, quizás haya llegado ese temido momento en el que debes reflexionar sobre tu situación actual y replanteártela. Es muy difícil llegar a darte cuenta de ello, pero generará una mejora en cualquiera de los casos.

Lo importante, como en otros aspectos, es analizar sincera y objetivamente los pros y los contras de tu trabajo y tomar la temida decisión: Cambiar de trabajo.

Señales que te indican de DEBES cambiar de trabajo

–  ABURRIMIENTO o ESTANCAMIENTO

Si tu trabajo se ha vuelto monótono y cada día te aburres más al no encontrar retos profesionales que logren motivarte para seguir formándote en ese ámbito, lo más propicio es lanzarte a dirigir nuevos proyectos, proponer cambios organizativos, cambios en tu departamento, etc. Sentirse estancado en un puesto de trabajo equivale a reconocer que la experiencia laboral lleva mucho tiempo sin aportarte nada nuevo. Es decir, no hay crecimiento profesional, no tienes oportunidad de ascender en el organigrama de tu empresa, ganar responsabilidades o asumir retos, etc.

– ANSIEDAD Y NEGATIVIDAD

Si te lo notas a ti mismo o tus seres queridos te están diciendo continuamente que te ven amargado, enfadado, irascible, apático, etc; esta es una de las señales inequívocas de que debes cambiar de aires. Por otro lado, si ves que no te gusta ir a trabajar, que es un suplicio o te genera miedo o ansiedad, tu propio cuerpo te estará avisando de que estás entrando en una fase perjudicial para tu salud, y la salud es lo primero.

– DESEQUILIBRIO

Haz el típico ejercicio de pros y contras y mide esa balanza. Quizás se decante hacia un lado por un exceso de trabajo, estrés, presión, desgaste, cansancio, etc. Todo ello puede hacer que la balanza esté demasiado desequilibrada y tienda a romperse, y ese es un extremo al que NUNCA debemos llegar.

–   SÍNDROME DE ESTOCOLMO

¿A pesar de que no estás para nada agusto en tu trabajo te ves incapaz de “abandonar” a tus compañeros a su suerte o de “traicionar” a tu empresa buscando otro empleo? Ese pensamiento puede es una clara señal de que estás sufriendo el llamado Síndrome de Estocolmo, y esto denota claramente que ha llegado el momento de cambiar de trabajo.